Hace unos meses tuvimos la suerte de tener en casa a Twister, una gatita de 20 días que encontramos en la calle abandonada en una caja de folios. Estaba deshidratada, desnutrida, y con una infección muy fuerte en los ojillos.
No creímos que sobreviviese a esa noche y aunque el haber vivido eso, hubiese sido muy triste, decidimos intentarlo. Compramos en un veterinario de guardia leche para gatitos, un biberón, algunas medicinas para los ojos y todo lo demás...
Al cabo de unos días ya correteaba y pedía comer ¡Sólo tenéis que ver la cara de ansia mirando al biberón!
Tengo la suerte de contar con un montón de amigos (y hermanos) geniales que me ayudaron a darle las medicinas, de comer (comen muchas veces al día) y hacerle de canguro cuando hacía falta. Tera también hizo de babysitter ¡le chiflan los gatos, y más los pequeñajos!
¡Sólo 10 días después ya tenía los ojos casi curados y saltaba como una loca a por su biberón!
¡Había llegado el momento de aprender a comer en el platito preparándose para cuando alguien se fijara en ella y quisiera llevarla a su nuevo hogar! Así podría comer sola, y no habría que estar tanto tiempo pendiente de ella.
Como veis, era una auténtica maestra de las siestas ¡una profesional!. Y da mucho gustito cuando ves a un animal dormido, caliente y feliz sintiéndose protegido porque le has proporcionado un sitio donde quedarse (aunque sólo sea hasta encontrar a su familia definitiva). ¡Te sientes Súperman!
En este vídeo podéis ver algunas imágenes desde que llegó a casa, y como fue mejorando. Jugando con Tera y Bengala, y en definitiva ¡pasándoselo pipa!:
Y así llegó el día, un poco triste, pero muy feliz en el que pudo decir...
¡HURRA! ¡HURRA! Y ¡HURRA!
Yyyy, varios meses después, ¡esta es Twister en su nueva casa!:
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